El Colegio de Psicólogos afianzado en la memoria

En memoria de nuestras compañeras

Dora Biasoni y Miriam Iozzo


El Consejo Directivo del Colegio de Psicólogos en funciones durante septiembre de 2019 formuló un pedido a asociados que se incorporaron en los inicios de la Institución  para que recopilen datos y vivencias y escriban un trabajo bajo el título de El Colegio de Psicólogos afianzado en la memoria, que refleje las circunstancias que fueron determinantes en la construcción de nuestra identidad profesional.

La identidad profesional funciona,  aunque no sea fácil demostrarlo, como una letra tallada por la experiencia vivida y la experiencia transmitida que conforman entre el ayer y el hoy un proceso histórico concreto» (Rosa Falcone, 1997).

 El grupo que aceptó el reto se propuso organizar cronológicamente la historia del Colegio de Psicólogos de Catamarca desde sus inicios hasta los primeros años de este siglo, tomando como fuentes principales el registro documental, los testimonios personales y algunos acontecimientos políticos y socioculturales que crearon las condiciones para su fundación y evolución.

Se consensuó el armado de un relato histórico y una memoria colectiva tomando varios ejes:

  • Los orígenes. Contexto social-político-cultural de los años 60 y 70.
  • Institucionalización a través de la colegiación: creación, estatutos,  personería jurídica, los ejes de discusión de la época.
  • Legalización: reuniones preliminares, estrategias. Segunda mitad de los 70 y comienzos de los 80.
  • Dispositivos de inserción laboral: Convenios con obras sociales, sistema de auditorías, códigos de ética.
  • Sede: adquisición de un espacio físico propio.
  • La formación profesional como eje transversal y longitudinal: actividades de capacitación permanente,  con los diferentes marcos teóricos.

Este último eje deberá ser retomado por otras y otros colegas en un futuro trabajo ya que, en esta instancia, no alcanzamos a desarrollarlo en la amplitud que se merece  (la pandemia como contingencia inesperada nos interrumpió) y es necesario por su complejidad y por la importancia que tiene en la práctica profesional.

Participaron:

Lic. Dora Biasoni

Lic. Eleonora Campos

Psic. María Isabel Ibáñez

Lic. Miriam Iozzo

Lic. Mirtha Losso

Lic. Carmen Martínez

Lic. Edgardo Quiroga

Lic. Adalgisa Scaglia

Lic. Maria Paulina Sanchez

Lic. Lucrecia Walter

Compaginación y edición:

Lic. Mirtha Losso

LA MEMORIA COLECTIVA

El concepto de Memoria Colectiva, según el sociólogo francés Maurice Halbwchs, se trata de un proceso social de reconstrucción del pasado vivido y experimentado por un determinado grupo, comunidad o sociedad. Es distinta a la historia, la cual se refiere a la serie de fechas y eventos registrados como datos duros y  hechos infalibles, independientemente de si estos han sido sentidos o experimentados por alguien. Mientras que la historia es informativa, la memoria es comunicativa. La memoria funciona como la única garantía de que un grupo sigue siendo el mismo en medio de un mundo en perpetuo movimiento.

Los 70: Los inicios

 Regreso de la democracia y de nuevos colegas. Tiempos difíciles y peligrosos. Las disputas por el espacio, los “etcéteras” y el Día del Psicólogo: las huellas de la memoria.

     El año 1973 fue un año de cambios vertiginosos, tanto en el país como en nuestra provincia. Las elecciones generales del mes de marzo pusieron fin a un largo y oscuro período de gobiernos militares (1966-1973). El regreso de la democracia trajo aires nuevos y un clima de expectativa en la población en general y generó cambios importantes que habrían de favorecer la apertura del campo profesional y la inserción laboral de los psicólogos y las psicólogas en nuestro medio.

A principios de la década 70 la presencia de psicólogos en Catamarca se reducía solo a dos colegas, Nelly Urquiza y Cristina Ibáñez. Ambas ya estaban incorporadas al sistema estatal de salud trabajando en ambos hospitales públicos y en la Casa Cuna, que dependía del  Ministerio de Bienestar Social. Hasta principios de 1973, Nely y Cristina trabajaron en soledad, dificultosamente, abriendo espacios.

En marzo-abril de 1973 llegan Dora Biasoni, Cristina Herrera y Mirtha Losso. Todas ellas abocadas a una rápida inserción laboral al mismo tiempo que desarrollaban las gestiones en el Ministerio de Gobierno, con el fin de que el recientemente elegido gobierno democrático diera luz verde a la creación de una institución para nuclear y representar profesionalmente a estas cinco psicólogas residentes en la provincia. Era tiempo de elecciones nacionales y provinciales.

 Al poco tiempo, el Ministerio de Gobierno autorizó a las colegas a constituirse como Colegio e iniciar la gestión de la Personería Jurídica. Las primeras reuniones para la nueva institución se realizaron en la calle Caseros al 400, en casa de Nelly Urquiza, a quien se elige para la función de la presidencia: se distribuyeron las áreas de trabajo, se crearon secretarías y se estableció el estatuto para el funcionamiento del Colegio de Psicólogos de Catamarca, adaptando el de la C.O.P.R.A (Confederación de Psicólogos de la República Argentina).

“Como reflejo de la clara intención que nos animaba, la primera acción fue solicitar un crédito a sola firma para adquirir esa pequeña máquina de escribir Olivetti que nos acercó a todas las personas e instituciones a las que fue necesario conectar con notas y comunicaciones cuando la internet no era ni siquiera un sueño”, recuerda una colega

Fragmento  de la entrevista a la Lic. Mirtha Losso

El ministro de Gobierno se negaba a autorizar la creación ya que el mínimo exigible para conformar una Sociedad Jurídica eran 10 miembros. Con diferentes motivos, solicitábamos audiencia todo el tiempo y hacíamos antesala durante horas y horas. Cristina Herrera y yo insistíamos un día y otro dando vuelta con nuestros temas: viáticos para viajar a tal congreso, nombramientos, autorización para colegiarnos, etc. Creo que le ganamos al Dr. Toro por cansancio. Nelly y Cristina  trabajaban por la mañana y Dora tenía un bebé, así que tenían esa limitación para ir a la Casa de Gobierno. Con el tema de conseguir trabajo, recuerdo algo que hoy parecería medio loco, pero que en ese momento hacíamos, solo  pedíamos la audiencia con el  Gobernador y era suficiente. Esperábamos y nos recibían. El día en que nos recibió el gobernador Mott, fuimos con Dora y el nene de meses. Mientras hablábamos sobre la situación económica de ella, que era crítica, el nene revoleó el chupete que salió volando y fue a parar lejos, debajo de una mesa grande e importante que había en el despacho. Ver al Gobernador en cuclillas buscando el chupete de Danielito fue muy raro y nosotras disimulando para no reírnos. Se podría decir que el actual Dr. Ovejero, oftalmólogo, colaboró muy activamente para que su mamá consiga ese trabajo. Mott le firmó la designación en la Dirección Provincial del Menor y la Familia poco más tarde.

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Ese año 1973 fue un año de regresos, cambios y reacomodamientos. Para el mes de julio ya éramos una multitud. Flamantes colegas se iban sumando sin prisa y sin pausa: Miguel Barrionuevo, Nilda Aceñolaza, Adalgisa Scaglia, Myldre Jofre, María Paulina Sánchez, Susana Cambursano, Carmen Martínez…

Colación de grado. Abril 1972.
Colación de grado. Abril 1972. Mirtha Losso, Eleonora Campos, Dora Biasoni, Nilda Aceñolaza

A partir de allí, la tarea central y casi excluyente fue la inserción en instituciones: escuelas, hospitales, minoridades. En casi todos los casos, la incorporación efectiva estuvo precedida por un largo tiempo de trabajo ad honorem. Para difundir el conocimiento de la Psicología y el rol del psicólogo en la comunidad, se realizaban charlas y encuentros permanentes con efectores del sistema de salud y educación.

La confrontación con médicos y profesoras de Filosofía y Ciencias de la Educación no se hizo esperar. Fue la lucha por nuestro espacio y práctica profesional específica y diferenciada del saber médico y de la orientación pedagógica, que desde los gabinetes psicopedagógicos se extendía, hasta ese momento, al campo clínico.

La Clínica

En todas las conducciones del Colegio en la década del 70 y subsiguientes, se hizo hincapié en la formación profesional. La orientación clínica prevalente en estos primeros años en Catamarca era el psicoanálisis clásico y se referenciaba en la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA); se proponía como condición para el ejercicio de la clínica el análisis personal, la supervisión clínica, la capacitación y el estudio de textos freudianos, kleinianos y otros autores, como Raker, Winnicott, etc, con docentes miembros de la APA.

La colaboración entre colegas de Tucumán y Catamarca permitió la realización de los seminarios clínicos. Esto demostró la unión de intereses con colegas profesionales de otras provincias.

En el caso de Tucumán, el grupo catamarqueño viajaba aprovechando los fines de semana. En esos viajes se imponían los controles militares en el marco del conocido “Operativo Independencia”. Un contexto social de violencia que convertía dichos traslados y encuentros  en una experiencia angustiosa y peligrosa.

Córdoba era la otra ciudad donde se desarrollaban actividades de formación clínica. Con los años y a medida que se iban incorporando al Colegio nuevos y nuevas colegas, la formación y la práctica clínica se fue diversificando hacia otras escuelas de pensamiento: el psicoanálisis francés de la mano de Jacques Lacan, la terapia Familiar Sistémica y la escuela Gestáltica. Estos  aportes disciplinarios pusieron en tensión a los saberes instituidos por el psicoanálisis  clásico, reflejando en nuestra provincia los debates que se profundizaban en el resto del país.                            

Campos de disputas

En el mes de agosto de 1972, el antiguo Instituto Nacional del Profesorado, institución emblemática de formación de docentes,  se convirtió en la Universidad Nacional de Catamarca. Al año siguiente se inició la actividad académica. Las licenciadas Urquiza, Herrera, Losso, Jofre y Sánchez formaron parte del staff profesional del Ciclo Introductorio que tuvo un desarrollo muy interesante con la modalidad de Mesas de Trabajo en la Capital y el interior de la provincia coordinadas por alumnos, docentes y profesionales con participación directa de las comunidades locales. El tema convocante era la elección de carreras que debían conformar la oferta académica de la UNCa.

Hasta ese momento, el espacio de la psicología clínica era ocupado por la orientación educativa/conductual que realizaban docentes del área de Ciencias de la Educación. Conquistar ese espacio no fue sencillo y  representó un campo de disputas muy intensas durante los años posteriores.

Otro ámbito conflictivo, de igual o mayor profundidad, fue con el Poder Médico Hegemónico. En el libro de Actas del Colegio consta que en la reunión del día 29/5/73 se analiza el Anteproyecto de Ley de Carrera Asistencial-sanitaria presentado por el Colegio Médico en el que estaban excluidos los psicólogos. Se mencionaba en dicho anteproyecto el nefasto eslogan de LOS TRES NO: No a la psicoterapia, No a la prescripción de psicofármacos  y No al ejercicio del Psicoanálisis.

En el Ministerio de Bienestar Social se encontraba la Subsecretaría de Salud Pública donde se otorgaba la Matrícula Profesional, registrándose a los psicólogos y psicólogas como “Auxiliares” de la Medicina junto a otras disciplinas del arte de curar como kinesiología, fonoaudiología, nutrición, etc. Por esta razón asignaban a nuestras colegas la Categoría 18 del Escalafón de la Administración Pública provincial. Pasaron varios años hasta la sanción de la Ley de Ejercicio Profesional, ley con la que se posibilitó el pase a categoría 21 (profesional A1): lo que correspondía como Carrera Mayor Universitaria (mayor de 5 años).

La historia de nuestra profesión en Catamarca, en estos primeros años, circula repetidamente por los mismos senderos: la resistencia de la sociedad tradicional para absorber los cambios que representaba este nuevo sujeto social, la aparición de los y las psicólogas en las instituciones, la búsqueda de legitimación y jerarquización dentro de las profesiones del área de la salud mental y tantas otras vicisitudes. Los recuerdos también nos llevan por cómo se jugaban las cuestiones de género en los 70: los apellidos de casadas no siempre se quedaban en casa, estaban también en el CV, como una marca de esa época.

Tiempos difíciles 

Los tiempos revueltos políticamente en Argentina resonaban lógicamente en nuestra realidad aunque, quizás, no con la misma intensidad que en el resto del país.   

Tanto en Catamarca como en el país, en los primeros años de la década se  vivían tiempos difíciles y peligrosos. Arreciaba la ofensiva de la Triple A (Alianza Antirrevolucionaria Argentina) contra los movimientos revolucionarios -armados o no- y opositores políticos del campo popular. En marzo de 1976 se produce el golpe militar que dio continuidad y profundizó la acción de la AAA, con persecuciones, desapariciones y detenciones arbitrarias. Esta realidad no fue ajena a nuestra vida provinciana: colegas detenidos sin causa, acoso, vigilancia. Miguel Barrionuevo, Edgardo Quiroga, Cristina Ibáñez, Nilda Aceñolaza conocieron de cerca el rostro de la dictadura. La profesión de psicólogo era una de las más observadas por el control ideológico del gobierno de facto. Mientras duraba el encarcelamiento a disposición del PEN (Poder Ejecutivo Nacional) de Miguel Barrionuevo, el clima de persecuta llevaba a las colegas del Consejo Directivo a pensar y generar estrategias de negociación con el objetivo de seguir la tarea de difusión, apertura de espacios y oportunidades de trabajo para los colegas de nuestra provincia. Algunas muy curiosas y con mucho sabor local, como las que recordó Eleonora Campos quien se incorporó al Colegio a fines del año  1975.

Fragmento de entrevista a la Lic. Campos, en la que recuerda el homenaje en Plaza 25 de Mayo y Catedral en el Día del Psicólogo, en Octubre de 1976

Yo recuerdo que para el Día del Psicólogo en esa época realizamos actos recordatorios muy formales y por compromiso con una sociedad en estado de tensión, como misas en la Catedral Basílica, ofrendas florales en la plaza 25 de Mayo, publicaciones e invitaciones formales a la cena conmemorativa a las autoridades provinciales, además de los presidentes de los Colegios profesionales. Íbamos por la noche, 21 hs., a la plaza y con toda la actitud de solemnidad dejábamos las flores y hacíamos un pequeño acto frente a la estatua de San Martín. Supongo que eso nos permitía dar una imagen tranquilizadora, como institución, frente a la sociedad catamarqueña porque la verdad era que el miedo y la vigilancia eran reales y palpables -muy diferentes a lo que fueron los años posteriores.

Día del Psicólogo: Una fecha

La Psic. María Isabel Ibáñez nos recuerda que, al llegar ella a Catamarca en el año 1978, todavía se festejaba el Día del Psicólogo en el mismo día de la Asistente Social, profesión que actualmente es la de Trabajo Social.

El 13 de octubre de 1981, por primera vez, en Catamarca se festeja el Día del Psicólogo en esa fecha, adhiriéndose al día nacional que había sido establecido  años atrás por la COPRA.

La Federación de Psicólogos de la República Argentina (FEPRA), en el mes de octubre de 2019 publicó: “(…) Esta fecha que se instituyó en 1974, cuando la confederación de psicólogos de la República Argentina (COPRA), entidad antecesora de la actual FEPRA, convocó al primer Encuentro Nacional de Psicólogos y Estudiantes de Psicología en la ciudad de Córdoba. Este encuentro se erigió como un espacio para pensar y trabajar por los derechos de los psicólogos, por la construcción de una identidad profesional y donde miles de psicólogos y estudiantes de todo el país unieron sus fuerzas en defensa de la Psicología».

Fragmento de Las Huellas de la Memoria. Psicoanálisis y Salud Mental en la Argentina de los 60 y 70 de Enrique Carpintero y Alejandro Vainer

En octubre de 1974 se realizó el Primer Encuentro de Psicólogos y Estudiantes de Psicología en Córdoba. Para ese entonces había 28 asociaciones profesionales de psicólogos incorporados a COPRA. Casi 5.000 psicólogos agremiados sobre 6.000 existentes y unos 40.000 estudiantes en las carreras de Psicología. Para el encuentro en Córdoba concurrieron psicólogos y estudiantes de todo el país, aunque fueron pocos los de Buenos Aires, que estaban en lucha por el cierre de la carrera en la UBA y los de La Plata, que debieron desistir de concurrir por asesinatos de compañeros de la universidad.

En ese clima se discutieron las propuestas de COPRA y las ilusiones perdidas en el plan de Salud. Sobre el final hubo una moción de instaurar esa fecha, el 13 de octubre, como el Día del Psicólogo. A partir de entonces, y como homenaje a esta lucha el 13 de octubre es el Día del Psicólogo. Alberto Colaski, cordobés, rememoraba ese hecho años después: “En 1974 había surgido la propuesta del SNIS (Servicio Nacional Integral de Salud) por parte del Ministro de Salud de la Nación, el Dr. Liotta. El proyecto estaba en la Cámara de Diputados de la Nación. Pero a la hora de hablar de los trabajadores de la salud nombraba a los médicos, enfermeros, kinesiólogos, fonoaudiólogos, etc. Los psicólogos no figurábamos en esa lista. En ese momento yo era el presidente del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras (CEFyL) de Córdoba y miembro de la FUA (Federación Universitaria Argentina). Entonces junto a los psicólogos que conducían la COPRA nos entrevistamos con la Comisión de Salud de Diputados. En la reunión le mencionamos esta situación, y comenzaron a releer el proyecto, cruzando miradas como desconcertados. Uno de ellos nos dijo: ‘No, por favor, acá están ustedes, en el etcétera’. Nuestra indignación fue muy grande. Por eso convocamos a un Encuentro Nacional de Psicólogos y Estudiantes de Psicología. El Centro de Estudiantes y el incipiente Colegio de Psicólogos de Córdoba, dirigido por Marcos Genet, propusimos ser la sede de dicho encuentro. Córdoba simbolizaba la sociedad Combativa y de Lucha. El Encuentro se realizó del 11 al 13 de octubre de 1974, en nuestra Ciudad Universitaria, más precisamente en  lo que hoy conocemos como Baterías A. Éramos 1.500 Psicólogos y estudiantes de Psicología de todo el país. En la discusión predominaba la presencia de las distintas agrupaciones políticas, en particular las de izquierda, con una serie de diferencias entre sí. El punto central era quiénes aceptaban el Proyecto Liotta, logrando salir del etcétera, pero siguiendo en dependencia del médico y los que directamente rechazaban integrarse al programa en ese marco. También se debatió cuál era el mejor sistema sanitario para el país, la formación de los psicólogos. Llegó el domingo 13 de octubre y no nos habíamos puesto de acuerdo en nada. En ese momento nos reunimos los organizadores del encuentro y reconociendo esa realidad, se propuso un símbolo de unidad. Como hasta ese momento no existía el ‘Día del Psicólogo’, dejamos a partir de ese día 13 de octubre de 1974 instituido como nuestro ‘Día’. Esta propuesta fue aprobada por el plenario y como hoy se comprueba se logró mantener algo que salió de aquellos turbulentos pero ricos momentos.” Este encuentro culminó con una represión policial en la Ciudad Universitaria de Córdoba ese mismo día.

Entonces se había intervenido la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. El cura Sánchez Abelenda, representante de la derecha fascista, se hizo cargo de la carrera. Durante gran parte de 1975, la carrera de Psicología quedó cerrada. Hubo varias clases en la calle como señal de protesta ante la situación. Pero la serie de persecuciones e intimidaciones se multiplicaban. La “Triple A” seguía operando sobre todos los que estaban politizados. La Facultad de Filosofía y Letras era uno de esos ámbitos. La Ley de Ejercicio profesional quedó en la nada. El Plan del ‘74 no llegó a implementarse. Había otros planes para el país y para esta carrera que ahora entraba en la noche más oscura de su historia.

La información sobre el Encuentro aparecía en Anónimo, “Encuentro Nacional de Psicólogos y Estudiantes de Psicología realizado en Córdoba”, mimeografiado, San Luis, octubre 1974. Comunicación personal de Alberto Colaski, agosto 2002.

En las actas de reuniones del Consejo Directivo de los años posteriores a 1978 se ha registrado una intensa actividad relacionada con la jerarquización de la profesión. Publicaciones periodísticas, disertaciones científicas en los Círculos Odontológico y Médico con pediatras, clínicos, psicopedagogos. El contacto con otros colegios profesionales locales y de la región, la adhesión del Colegio a las obras sociales y muy especialmente, la gestión del proyecto más ambicionado por todos que fue la definitiva matriculación en el marco de una Ley de Ejercicio Profesional.

LOS 80

Los primeros años de la década del 80 fueron muy  importantes.  La dictadura militar resquebrajándose, la guerra de  Malvinas, las expectativas del regreso a la Democracia, la necesidad de grandes cambios como en el ‘73. Entre los colegas se activa la necesidad de una Ley de Ejercicio Profesional, como sucedía en muchas otras provincias.

“(…) La Mutual de Agua y Energía comunica que para el diagnóstico y tratamiento psicológico se requiere derivación médica, de psiquiatra o neurólogo” (Acta de reunión de Consejo Directivo de esa época).         

Ese era nuestro mundo. El modelo médico hegemónico era acompañado por la legislación vigente, en desmedro de la práctica clínica de los psicólogos ya desde los lejanos años 50. Según la Resolución 2282, firmada durante el gobierno peronista y la ley 17.132 del año 1967 conocida como “Ley Onganía”, que estaba vigente en Capital Federal, Tierra del Fuego e Islas del Atlántico Sur, los psicólogos éramos descriptos y autorizados a trabajar en el áreaclínica bajo  estricta supervisión como auxiliares de la psiquiatría.  Como una simple reiteración de la arbitrariedad de aquellos marcos legales, el contenido había sido tomado, literalmente, a nivel nacional en 1980 por el ministro Llerena Amadeo a través del decreto reglamentario 22.207.

En nuestro Colegio, en todas las reuniones del Consejo Directivo de esa época, la ley de colegiatura era el tema dominante y es interesante considerar las experiencias que se daban a nivel local y regional como una caja de resonancia dentro del contexto nacional de lucha por el espacio profesional.

Las Obras Sociales

Mayo de 1983. Sigue la tarea apuntando a los contratos con Obras Sociales. Nuestro Colegio ya está incorporado a FEPRA, la Federación acerca un modelo de contrato para gestionar las prestaciones a obras sociales, el cual finalmente no se aceptó. Recuerda la licenciada Eleonora  Campos que  recién promediando la década de los ‘80, se logra firmar el primer convenio con la Obra Social de los Empleados Públicos (OSEP).

Luego de un arduo trabajo e innumerables reuniones entre las autoridades de la Comisión Directiva de ese momento y las autoridades de OSEP, se creó un nomenclador para las prestaciones psicológicas, quedando establecido que podían realizarse entre 8-10 sesiones por mes con cada paciente (régimen que continúa hasta la fecha). Se logró el acceso de  amplios sectores a la salud mental, lo que significó un logro importante para la comunidad toda, con un beneficio que se hizo extensivo a la institución y sus miembros.

A partir de este momento, tres factores contribuyeron  al incremento de los ingresos económicos del Colegio: el porcentaje extraído de las prácticas de las obras sociales, el incremento de la matriculación de nuevos profesionales y la cuota mensual para la actualización de la matrícula. Estos ingresos y la eficacia de posteriores gestiones posibilitaron el alquiler de una sede, y con posterioridad la compra del inmueble en el que actualmente funciona el Colegio.

Como actividad complementaria e imprescindible para la gestión de este sistema de prestaciones a obras sociales, se diseñó un mecanismo de auditoría interna para asesoramiento y control de transparencia de las prácticas profesionales.

La Ley

En Catamarca, la Dirección de Personas Jurídicas brindaba orientación acerca de los procesos de institucionalización, reformas del Estatuto y del armado de anteproyectos de leyes. Desde el Colegio se buscó el asesoramiento jurídico del Dr. Pedro Villarroel, ya que no era suficiente consultar los anteproyectos de Misiones, Entre Ríos o Santiago del Estero; el asunto requería una mirada local.

En julio de 1982 se presenta en la Dirección de Personas Jurídicas el informe con todas las modificaciones y adaptaciones del Estatuto vigente, para que se lo considere: se aprueba el 20 de septiembre (Decreto 6-N 1399).  El 27 de Julio el Poder Ejecutivo de la Provincia responde con un informe que dice lo siguiente: a los psicólogos  que se desempeñen en la administración provincial les corresponderá la categoría 18 (Ley 3806). Más de lo mismo.

El Dr. Villarroel estudia el anteproyecto de Código de Ética que era necesario para acompañar la solicitud de colegiación redactado por el Lic. Edgardo Quiroga, quien es el iniciador del trámite de solicitud.  

El 28 de octubre de 1983 “el gobernador de la provincia, en virtud de la autorización conferida por el Artículo 12 del Estatuto para el Proceso de Reorganización Nacional”, sanciona y promulga con fuerza de ley la Ley Provincial de Colegiatura N° 4024/83. Nuestra ley de ejercicio profesional.

A 39 años de aquel enorme desafío que representó para todas las psicólogas y todos los psicólogos de la provincia, hoy resulta casi impostergable la necesidad de revisar éticamente una ley aprobada y sancionada por un gobierno de facto.

Fotos de archivo facilitadas por el Lic. Edgardo Quiroga.

Para tener una real dimensión de cómo nuestra historia local se inserta y tiene sus puntos de contacto con la historia de nuestra profesión en la República Argentina, invitamos a los y las colegas a leer el apasionante trabajo de reconstrucción histórica de la Lic. Rosa Falcone que adjuntamos a continuación.

Historia de una ley

El Ejercicio Profesional de la Psicología (Ley 23.277) y sus antecedentes

 1 – Hacia la identidad

No fue fácil que la Psicología se convierta en una disciplina autónoma. Es a Joaquín V. González, que por la época cumplía funciones de Ministro de Educación, a quien debemos la primera inscripción jurídica de la Psicología, la cual tomaba por entonces la forma de un Decreto, disponiendo sobre la enseñanza obligatoria de la Psicología Experimental en los ámbitos de enseñanza oficial. Este decreto legitima con redacción oficial la costosa instalación producida en nuestro país tres años antes (1901) y a cargo de Horacio Piñero del primer Laboratorio de Psicología Experimental con materiales y aparatos traídos directamente de Alemania por la prestigiosa casa Zimmerman. Hasta el nuevo dispositivo legal que consistió en otro decreto, redactado recién en 1949, pero que da letra oficial a una situación que se venía produciendo hace tiempo, por el cual se deroga la enseñanza experimental de la Psicología y se anuncia el definitivo cierre de los laboratorios de Psicología Experimental en todo el país, se sucede una serie de fundaciones de suma importancia en la traza de la autonomía de la Psicología. La primera fue la fundación de la Sociedad de Psicología a fines de 1908 en Buenos Aires, cuyo primer presidente fue el Dr. Horacio Piñero y en 1911 lo sigue el Dr. José Ingenieros. La Sociedad de Psicología tenía por objeto el cultivo de esta ciencia y la difusión y aplicación práctica de sus principios que contó con 4 secciones: Psicología normal, Psicología anormal, Psicología pedagógica y Psicología social.

El 24 de noviembre de 1931, Coriolano Alberini y Carmelo M. Bonet firman la ordenanza de creación del Instituto de Psicología, que explicita en su artículo primero: que sobre la base del actual Laboratorio de Psicología experimental créase el Instituto de Psicología de la Facultad de Filosofía y Letras, que tendrá funciones didácticas y de investigación en todas las ramas de la Psicología. Enrique Mouchet, Profesor en Filosofía y Letras, fue su primer Director marcando el primer ocaso serio a la euforia argentina por los laboratorios. Mouchet realiza una sesión pública el 23 de agosto de 1931 en homenaje a Adolfo Ferriere y alude a la Psicología en esa oportunidad con éstas palabras: «No se tiene el concepto de una ciencia hecha, sino de una ciencia que se está haciendo que más que un hecho es una aspiración, un ideal cultural de superación humana».

2 – Antecedentes de la ley.

El debate de los años  50 consistía en la clausura de la Psicología filosófica y una apertura de la Psicología como disciplina autónoma. Se crea por esos años la sección Psicología en la Facultad de Filosofía y Letras que fue la consecuencia de dicho debate. Se acababa de producir el Primer Congreso Nacional de Filosofía en Mendoza (1949) que escondía una discusión profunda acerca de temas psicológicos. Estaba ocurriendo el Primer Congreso de Psicología (marzo de 1954) desarrollado en Tucumán, con numerosas ponencias sumamente importantes y polémicas, que dejaban un interrogante abierto acerca del lugar y perspectivas de la Psicología. La A.P.A. buscaba alumnos de Psicoanálisis en la Facultad de Medicina (los primeros fuera del circuito de la institución), organizaban ciclos de conferencias sobre Psicoanálisis en un enorme anfiteatro de la Facultad de Medicina donde la «gente no cabía ni parada», y paralelamente tenían la pretensión de incorporar el Psicoanálisis dentro de la sección Neurología y Psiquiatría de la Asociación Médica, un gesto amistoso que se transformaba en una tentativa de subordinar el Psicoanálisis a la Medicina. La creación de la carrera de Psicología en la UBA (1957) genera un fuerte desafío y un gran interrogante. La clínica psicológica es el desafío de los nuevos profesionales, que disputan territorios y arroja como resultado una predominancia del discurso médico que posee un anclaje a una práctica concreta, contra la tradición filosófica eminentemente teórica. El marco legal no hace más que acompañar todo este proceso. A solo dos meses de haberse producido el Congreso de Psicología en Tucumán, el 12 de mayo de 1954 se firma la Resolución 2282, durante el gobierno peronista, comúnmente conocida bajo el nombre de Resolución Carrillo, que otorgaba las facultad del ejercicio de la Psicoterapia y el Psicoanálisis a los profesionales médicos, concretando legislativamente a favor de los médicos en lo concerniente al campo psicológico. El título de la resolución era Aprobación del Reglamento para ejercer la Psicoterapia y el Psicoanálisis y decía en sus considerandos: Considerando: que la Ley 12.912 de ejercicio de la medicina ha previsto solamente los casos generales; que, por sus características especiales, el ejercicio de algunas especialidades médicas, tanto por los profesionales como por los auxiliares técnicos, requiere aclaraciones para evitar que unos y otros se extralimiten en sus funciones, como ha ocurrido en la práctica; que, desde este punto de vista, la Psicoterapia en general y el Psicoanálisis en particular ofrecen aspectos aún no reglamentados: que es función y deber de este Ministerio controlar los aspectos deontológicos y legales del acto médico. Extractos de la Resolución 2.282: 3 Art. I – Aprobar el siguiente reglamento para el ejercicio de la Psicoterapia y el Psicoanálisis: Título I – De las personas que pueden ejercer la Psicoterapia y el Psicoanálisis. Declarar expresamente que, siendo la psicoterapia un procedimiento terapéutico total o predominantemente sugestivo, su ejercicio está comprendido dentro de lo previsto por el Art. 2 de la Ley 12.912, en la parte que se refiere al ejercicio de la medicina. Art. 2- Por lo tanto, sólo podrán ejercerla por sí, integran y directamente, las personas que estén comprendidas en el Art. 4 de la citada ley. Art. 3 – Los auxiliares técnicos biotipólogos, visitadores sociales, auxiliares de higiene mental o social o asistentes sociales, diplomados por este Ministerio o Universidad nacional, podrán colaborar con los médicos o autoridades competentes, en su consultorio o en establecimientos oficiales o privados tales como clínicas, sanatorios, escuelas para niños anormales, clínicas de conducta y otros similares. Art. 8 – Los títulos o certificados extendidos por sociedades psicológicas o psicoanalíticas, centros docentes o instituciones científicas particulares, solo tendrán validez honorífica y en ningún caso habilitarán para el ejercicio de las respectivas especialidades. Ley 17132: Ejercicio de la medicina, odontología y actividades de colaboración (B.O. 31/1/67). Esta ley fue sancionada en 1967, por el gobierno de facto del General Juan Carlos Onganía, para el ejercicio profesional en todo el territorio de la Capital Federal, Tierra del Fuego e Islas del Atlántico Sur. Estuvo en vigencia hasta la sanción de la ley 23.277 en 1985, limitando el ejercicio de la Psicología a la categoría de «auxiliares de la medicina», a pesar de tratarse de una carrera mayor en el ámbito académico. No asistimos más que a las distorsiones y emplazamientos de una disciplina recién creada, que no dejaba claro de cara a la comunidad ni la especificidad de su currícula, ni el perfil de su graduado. Esta ley coloca el ejercicio de la Psicología junto a la Odontología como actividades de colaboración y reglamenta sobre las siguientes actividades: terapistas ocupaciones, auxiliares de radiología, kinesiólogos, mecánicos para dentistas, dietistas, auxiliares de anestesia, auxiliares de Psiquiatría, técnicos en calzado ortopédico, etc. En el capítulo X de la citada ley que hace referencia a los auxiliares de siquiatría hay un artículo, el 91 específicamente dedicado a los sicólogos: Extractos: Capitulo X – De los auxiliares de siquiatría. 4 Art. 87 – Se entiende como ejercicio auxiliar de la siquiatría la obtención de tests mentales y la recopilación de antecedentes y datos ambientales de los pacientes. Art. 88 – Podrán ejercer la actividad a que se refiere el artículo precedente los que posean el título de auxiliar de siquiatría, acorde con lo dispuesto en el art. 44, en las condiciones que se reglamenten. Art. 89 – Los que ejerzan como auxiliares de siquiatría podrán actuar únicamente por indicación y bajo control de médico especialista habilitado y dentro de los límites de su autorización. Art. 90 – Los auxiliares de siquiatría podrán ejercer su actividad exclusivamente en establecimientos oficiales o privados y como personal auxiliar de médico especialista habilitado. Art. 91 – Los sicólogos podrán actuar: a) En sicopatología únicamente como colaboradores del médico especializado en siquiatría, por su indicación y bajo su supervisión, control y con las responsabilidades emergentes de los art. 3, 4 y 19 inc. 9, debiendo limitar su actuación a la obtención de tests sicológicos y a la colaboración en tareas de investigación. b) En medicina de recuperación o rehabilitación como colaboradores del médico especializado y con las mismas limitaciones del inciso precedente. Para actuar en tal carácter deberán solicitar autorización previa a la Secretaría de Estado de Salud Pública y cumplir los requisitos que la misma establezca. Les está prohibida toda actividad con personas enfermas fuera de lo expresamente autorizado en los párrafos precedentes, asimismo como la práctica del sicoanálisis y la autorización de sicodrogas.

Más de lo mismo

En el mes de septiembre de 1980, el Ministerio de Cultura y Educación hace público su intento de restringir el alcance del título otorgado por las Universidades a los psicólogos. La resolución se basa en el artículo 61 de la ley 22.207, que encomienda al Ministerio de Cultura y Educación la reglamentación de las incumbencias pertinentes a los títulos profesionales otorgados por las Universidades Nacionales. Dicha resolución del tristemente célebre Ministro de Educación y Justicia de la Nación de aquel Gobierno de facto, Llerena Amadeo, en el apartado correspondiente a Psicólogos y Licenciados en Psicología –que al menos ya admite la escritura de la P- dice: «En el área de medicina y sin perjuicio de sus competencias en otras áreas les incumbe la obtención de test psicológicos y la colaboración en tareas de investigación psicológica únicamente por indicación y bajo supervisión y contralor del médico especializado en Psiquiatría. Además, en medicina de recuperación o rehabilitación, pueden actuar como colaboradores del médico especializado y con las limitaciones que indica el párrafo 5 anterior. No les incumbe la práctica del psicoanálisis, de la psicoterapia, ni la prescripción de drogas psicotrópicas». Bajo el número 1560/80 fue conocida como las incumbencias de los «tres no», ya que especificaba que al Psicoanálisis «no le incumben la práctica de la Psicoterapia, el Psicoanálisis, ni prescribir drogas psicotrópicas. Esta resolución considera la Psicología como un saber únicamente descriptivo de los fenómenos psicológicos, desconociendo que opera y ha operado concretamente en diferentes ámbitos. La labor realizada por los psicólogos y aprobada por la sociedad, hace que ésta resolución se convierta en atentatoria al derecho de salud de la población, argumentará la Asociación de Psicólogos. «La Psicología es una ciencia autónoma que se ocupa del comportamiento humano, y los psicólogos somos los profesionales específicamente capacitados para intervenir en las perturbaciones de dicho comportamiento, sin perjuicio de la tarea asistencial que llevan a cabo los médicos…» (Transcripción del Comunicado de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires, publicado en la Gaceta Psicológica. La polémica y el rechazo que la medida mereció se hizo evidente en la prensa del momento, así como también la declaración de la Confederación General de Profesionales, dirigida al Sr. Presidente Teniente General Jorge Rafael Videla y firmada por su presidente Dr. Oscar Ciaccaglia, pidiendo la suspensión de la Resolución Ministerial: «En cuanto a las incumbencias estipuladas para los licenciados en Psicología y Psicólogos, restringen el ejercicio pleno de la misma, en relación con la enseñanza académica recibida y con la práctica profesional desarrollada desde hace más de dos décadas por los mismos…». San Miguel de Tucumán, 13 de septiembre de 1980.

La Resolución del Ministerio toma casi textualmente el artículo de la ley 17.132, que se encontraba ya en revisión, puesto que el 24 de julio de 1980, la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires (APBA) había sido citada por la Secretaría de Medicina Social y Fiscalización Sanitaria, dependiente de la Secretaría de Salud Pública del Ministerio de Bienestar Social de la Nación, para ser notificada sobre la intención de modificar la Ley 17.132. En dicha oportunidad la APBA había elevado su opinión al respecto, considerando pertinente y necesaria la reforma de la Ley y entendiendo que «debe reglamentarse en el nivel correspondiente a las carreras mayores, reconociendo su importancia y especificidad a partir de un tratamiento acorde que exprese la jerarquía que curricular y profesionalmente posee el título de Psicólogo». La gestión desplegada por FePRA y las entidades de base desde entonces, la práctica cotidiana de nuestros colegas en los distintos ámbitos del ejercicio profesional, y el respaldo decidido de la comunidad, llevaron meses más tarde, en diciembre de 1980, a que el Consejo de Rectores de las Universidades Nacionales (CRUN) dictara la resolución 2350/80 que modificaba parcialmente la resolución ministerial anterior, al reconocer adecuadamente las incumbencias del Psicólogo en el campo educacional, laboral y jurídico. No hubo descanso en ésta reivindicación profesional. Ya instalado el Gobierno Constitucional, FePRA planteó al Director de Asuntos Universitarios del Ministerio, Hugo Storani, la necesidad de derogar inmediatamente las incumbencias del año 1980.1 La APBA continúa la lucha por la Ley justa para los Psicólogos bajo el lema «Hacer legal lo que es legítimo». La ley se vuelve el tema central alrededor de 1982. El punto máximo de la lucha lo da la gran manifestación del 8 de julio de 1983, cuando más de 4.000 personas demandaron por un ordenamiento legal al gobierno.

3 – Ley 23.277 del Ejercicio Profesional de la Psicología.

En 1985 se produjeron tres hechos de decisiva trascendencia profesional: Se promulgó la ley 23.277, que reconoce y habilita la práctica psicológica.  Se elevó a rango de Facultad la carrera de Psicología de la UBA. Se aprobaron las incumbencias del Título de Licenciado en Psicología, incluyendo todas las áreas para las que está capacitado el egresado. El jueves 12 de septiembre de 1985, la Ley del Ejercicio Profesional de la Psicología obtiene la media sanción en la Cámara de Diputados y obtuvo su sanción definitiva el 27 de setiembre de 1985, bajo el número 23.277. Fue promulgada de hecho el 6 de noviembre de 1985 y publicada en el Boletín Oficial número 25.806, con fecha 11 de noviembre de 1985.

Comentarios y reflexiones finales

Una norma jurídica ofrece en el marco de una discusión histórica la posibilidad de constituirse en un punto fijo, huellas firmes que dejan entrever un entorno y organizan una trama que opera como dilucidadora en la reconstrucción de la historia. La identidad profesional funciona aunque no sea fácil demostrarlo, como una letra tallada por la experiencia vivida y la experiencia transmitida que conforman entre el ayer y el hoy un proceso histórico concreto.

El Decreto de Joaquín V. González, de 1904, constituye una primera marca que da cuenta, no tan solo de la tempranísima presencia de la disciplina psicológica en los ámbitos académicos, sino de un contexto que denota la proximidad de la Psicología con el discurso científico llegado de Europa, tal como lo demuestra el enorme auge de la investigación experimental en nuestro país en toda la primera parte de este siglo. Tanto Ribot como Wundt transmitían muy bien desde Alemania y Francia un modelo de identificación. La divulgación de una metodología propia para los estudios psicológicos y la búsqueda activa de una fundamentación científica (que transcendió fronteras) fue trazando para la Psicología el camino del hallazgo de su preciada autonomía.

La Psicología inicia una larga historia buscando ganar terreno propio entre las proposiciones tradicionales de las Ciencias Naturales y las Ciencias del Espíritu, inquietud expresada en estos términos en los primeros escritos del mismísimo Sigmund Freud, (Psicoanálisis y Medicina). La fundación de la Sociedad de Psicología (1908) y del Instituto de Psicología (1931) son un paso más en la marcha por acentuar la diferenciación de la Psicología como ámbito propio. La consulta de los documentos de la época señala como objetivo del Instituto estrechar vínculos, realizar investigaciones científicas, crear un ambiente más propicio para el cultivo de la Psicología, promover la reunión de congresos científicos de la especialidad y organizar actos públicos de difusión de los nuevos conocimientos. El Instituto organizaba una importante publicación periódica llamada los Anales del Instituto de Psicología con la intención de constituirse en el primer órgano especializado para todos los Psicólogos de América Latina. Fue la primera revista de esta envergadura que colaboró a la unidad intelectual de países latinoamericanos.

Las aspiraciones, los deseos, el marco legal, el dato, entrelazan el pasado más remoto con la historia reciente.

Después de una larga dependencia teórica e intelectual respecto de Filosofía y Letras, sobreviene en el año 1957, la creación de la carrera de Psicología como carrera independiente en el ámbito de la Universidad de Buenos Aires, en un ambiente académico fuertemente cargado de repercusiones ideológicas y políticas que coinciden con el movimiento por la restauración de la Autonomía Universitaria. La Psicología inocentemente dedicada durante décadas al perfeccionamiento de los instrumentos de medición, se abre a un nuevo desafío con la creación de la carrera. Son abundantes las ponencias del Primer Congreso de Psicología de Tucumán, que resumían el trabajo que la Psicología había dedicado al campo de la Psicotecnia, la medición de capacidades mentales, estandarización de tests, en fin, a su especialidad diagnóstica

La creación de la carrera con independencia en el campo académico, lanza al mercado laboral una nueva generación de profesionales que tienen que vérselas con la clínica. La nueva disciplina disputa territorios, abre nuevos campos y otros interrogantes; es allí donde se hace difícil la disputa al predominio del discurso médico, que indudablemente venía gozando de una larga tradición en la práctica concreta. La Resolución Ministerial 2.282 ratifica el liderazgo médico en el campo de la Psicoterapia y el Psicoanálisis (el campo de la clínica). Esta resolución tuvo férrea vigencia hasta el año 1967, obligando a notables dentro de la APA (ejemplo Marie Langer) a revalidar su título de Médico otorgado por la Universidad española para practicar el Psicoanálisis. La APA desarrolla una fuerte política de expansión y difusión pública. Proponían actividades emparentadas con el Psicoanálisis pero diferentes de este, organizaban a través del Centro Promotor mesas redondas, cursos anuales y conferencias dirigidos a estudiantes de Medicina. La APA busca alumnos de psicoanálisis en Medicina, obedeciendo por un lado la Resolución pero por otro dejando bien a las claras cuál era su posición.

El nacimiento de la Psicología como carrera independiente se inscribe en un nuevo proyecto que colabora en la producción del primer diseño de la carrera y en la formación de los primeros profesionales. El momento histórico imponía un cambio de padrinazgo intelectual, las explicaciones fenomenológicas y existencialistas europeas de posguerra estaban declinando. Ya no más «rama» de la Filosofía. El marxismo arremetió con renovados bríos contra filosofías en las que prevalecían los intereses teóricos por sobre la transformación de la realidad social. Se hace cargo de la carrera prontamente un equipo docente con orientación pragmática (por decirlo de algún modo) y lo suficientemente alejado de cuestiones especulativas o contemplativas. Ese equipo docente en su mayoría estaba constituido por miembros (todos médicos) pertenecientes a la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) que por esa época se hallaban más que preocupados por dar respuestas a una práctica eficaz, nutriéndose del Kleinismo de los ’50 con asiento en teorías socializantes y culturalistas con fuerte sesgo reformista.

Si intentáramos precisarlo definiríamos a este Psicoanálisis argentino como dando entrada a un conductismo maduro, aggiornado con la lectura de los franceses y de un Lewin ya instalado en EE.UU. Se instala un juego teórico e intelectual que habilita la relectura del Psicoanálisis desde el materialismo dialéctico francés (Politzer y Laplanche) con el espíritu integrador de Daniel Lagache. Los profesionales nativos inician el proceso de dinamización de la disciplina psicológica con la inclusión de distintos aportes teóricos y una búsqueda de integración del Psicoanálisis a la condicionante realidad. La oposición individuo-sociedad es correlativa con la intención de lograr una síntesis en la que el individuo logra realizarse. La posición pesimista de la creencia en conflictos interpretados por Freud como internos, logra una mejor adecuación en la explicación de que el ambiente represivo y hostil es la causa de la progresiva neurotización de los sujetos.

Se ingresa en la década del ’60 con una clara intención de que los profesionales Psicólogos sean especializados como «agentes de cambio». Por esta época en la Facultad de Filosofía y Letras, Enrique Butelman reemplaza al primer Director del Departamento de Psicología Marcos Victoria. Butelman había sido Profesor de Psicología Social en el Departamento de Sociología, y había fundado con Jaime Bernstein la Editorial Paidós, en 1945. Con su apoyo contratan (de la mano del Rector Risieri Frondizi) a profesores de reconocida vocación psicoanalítica como lo fue José Bleger, que condensaba al mismo tiempo dos características que hacían imprescindible su presencia en la Universidad: su vocación Psicoanalítica y su posición política progresista, lo que incluía indudablemente su inclinación hacia lo social. Siguiendo el camino de Bleger se incorporan a la Universidad provenientes de la APA Fernando Ulloa, David Liberman, Arminda Aberastury, Edgardo Rolla, León Ostrov, Joel Zac, Isabel de Lamana, Mauricio Abadi, etc. Conformaban una subcultura que denotaba una cohesión grupal, producto de una fuerte identificación al Psicoanálisis como movimiento social, como causa ideológica y de transformación del individuo y la sociedad. El porvenir pertenecía a los Psicólogos abiertos al mundo, más allá del encierro de los consultorios privados decía Marie Langer.

La creación en 1965 de la cátedra de Higiene Mental en la carrera de Psicología es un jalón más en esta historia. Bleger, como propiciador de esta nueva perspectiva para la Psicología, sostiene que el diagnóstico precoz de las enfermedades mentales que incumbe en última instancia a los Psiquiatras, facilita el objetivo último de la higiene mental y la promoción de salud en la población, tarea que destina claramente a los Psicólogos. El campo de incumbencias profesionales para el Psicólogo quedaba por fuera del ámbito asistencial y encomendado a la atención de las crisis vitales. Todo este movimiento queda liquidado con el golpe de Onganía en 1966.

Ese mismo año nuestra Facultad de Psicología permanece cerrada por un año; el amanecer de la noche de los bastones largos nos despierta con una nueva Ley y un nuevo Plan de Estudios. Se trata de la Ley 17.132. La misma reglamenta la actividad de los Psicólogos junto a otros 11 auxiliares de la medicina. Por ser una ley de un Gobierno de facto ataca fundamentalmente el ideal social de los Psicólogos de la generación de los ’60, y daña gravemente la legitimación de nuestra profesión. Seguirán a estos acontecimientos largos años de silencio y de lucha a la espera de la sanción de la tan ansiada ley 23.277 de 1985, conjuntamente con el regreso a la democracia.

Relevamiento Prof. Rosa Falcone

Fuentes: Diario Clarín, 11 de septiembre de 1980, 23 de noviembre de 1985, y 16 de noviembre de 1985.

Gaceta Psicológica, Publicación de la A.P.B.A., número 29, de septiembre de 1980; número 61, de agosto-setiembre de 1984; y número 67, de agosto-septiembre de 1985.

Material aportado por la Lic. Alicia Peloroso. Ordenanza de creación de Institutos del Rectorado de la UBA. Archivo del Congreso.

Texto de las Leyes y Resoluciones. Ministerio de Salud.

Los 90

El Colegio de Psicólogos había crecido y se había diversificado bastante. Hasta mediados del año 1993 su funcionamiento se desarrollaba en una oficina pequeña ubicada en la antigua Galería Catamarca, frente a la plaza 25 de Mayo, sobre calle Rivadavia. Ya  se había pasado una larga temporada de reuniones en el Servicio de Psicología del Hospital de Niños, en el Círculo Médico y en el Círculo Odontológico, locaciones cedidas generosamente.

La gestión del Consejo Directivo que asumió en abril de 1993 se  abocó a la tarea urgente de conseguir una casa en alquiler.  La Lic.Lucrecia Loza (vocal del Consejo Directivo) hizo un hallazgo interesante: una casita vieja pero amplia y muy accesible económicamente, en pleno centro: Mota Botello 323. Seis habitaciones, dos patios, cocina y baño que, equipados y amoblados, permitieron disponer no solo de una secretaría, sino también un espacio para clases, una biblioteca, un bar, un consultorio gratuito y un dormitorio para alojar a colegas del interior. Una mirada social y solidaria para aliviar la pesada atmósfera eficientista de los 90.

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La Lic. Mirian Iozzo envió esta nota con sus recuerdos de aquella época como aporte para este trabajo, recordando su incorporación al Colegio en los años 90. (Lamentablemente esta querida colega falleció en el 2021).

Recuerdos de mi inclusión en el Colegio de Psicólogos de Catamarca.

Por Miriam Viviana Iozzo

Llegué a la Provincia en agosto del año 1990. Había leído los nombres de las colegas: Lic Carmen Ávalos, Nelly Segura, Eleonora Dalla Lasta, en un abstract de un Congreso que se había desarrollado, creo que ese mismo año, en Bs. As. El trabajo era  sobre  la desnutrición infantil y el rol de las madres frente a esta problemática.

A partir de allí tomé contacto con ellas en el Hospital de Niños, creo que fue Mabel Manzi quien me recibió y me invitó a participar en las reuniones que realizaban semanalmente, y de las que tuve el gusto de integrar en varias oportunidades, en las que podía viajar. Este grupo de colegas fue el que me alojó en la profesión, en la provincia, en el Colegio.

Mi residencia era en la localidad de Saujil, cercana a Siján, de donde provenía Mirta Losso, con quien luego formamos una amistad personal y familiar, frecuentándonos mucho tiempo, probablemente hasta que nuestros hijos se trasladaron a Córdoba a estudiar. También compartimos la formación en la Maestría en Psicología Preventiva, en sede de la UNCA. Allí también forjé otra profunda amistad con María Karina Cuello, la que también se extendió a las familias.

En la sede del Colegio de la calle Mota Botello, recibí mi matrícula provincial. Había renunciado a la matrícula de la provincia de Bs. As., dado que mi residencia anterior era en La Plata. Había participado en los años 1982 y 1983 de las luchas por la Ley de Ejercicio Profesional, que finalmente obtuvimos.

En dicha sede participé de Asambleas, cursos de capacitación, como el de Introducción a Lacan, que dictó la Lic. Graciela Nieto, de Tucumán, y también de varios festejos de agasajo de nuestro día, el 13 de octubre. Divertidas reuniones que contaban con el humor de algunos colegas, entre los que se destacaba Mirta y también la música de Edgardo Quiroga y su grupo.

Fui acogida en ese lugar desde lo profesional y también desde lo personal, dado que en algunos momentos que supe viajar y debía permanecer en la ciudad de San Fernando, más de un día, a través de la Comisión Directiva de ese momento se me brindaba la posibilidad de hospedarme en la sede del Colegio, en una habitación que estaba acondicionada para ese fin.

Por todo esto, el Colegio con sede en Mota Botello significa para mí un cúmulo de experiencias profesionales y personales, de inclusión, intercambio, aprendizaje, amistad, contenciones imprescindibles, para lo que fue mi devenir profesional y personal, en la provincia.

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Durante esta década nuestro país entró en la vorágine transformadora que el menemismo impulsó para llevar adelante las “Reformas Estructurales” que consideraba necesarias para salir de la crisis provocada por el mercado a fines de 1989. Esta crisis había terminado con el gobierno democrático del Dr. Alfonsín.

Autogestión hospitalaria, descentralización, desregulación  empezaron a ser palabras que resonaban en nuestros ámbitos de trabajo. La modernización, la eficiencia, la eficacia y la competitividad, un imperativo de la época. Por supuesto, tanto el miedo como la resistencia y la movilización fueron  la respuesta en nuestros ámbitos de trabajo especialmente en los sectores de salud y educación. La  descentralización del sistema educativo dejaba en manos de las provincias y municipios la gestión de la educación pública con presupuestos recortados.

Se produjeron sucesivas reformas de las Obras Sociales basadas en las recomendaciones de lo que se conoció como el “Consenso de Washington”. También nos familiarizamos con el concepto de precarización. El Sistema de la Seguridad Social fue el más afectado. A la par del sistema estatal de jubilaciones, se creó un sistema paralelo de jubilación privada: las AFJP.  El Estado dejaba de lado su rol planificador y organizador y eso tuvo efectos en la vida cotidiana, personal y profesional.

 Así fue el escenario de los 90. En el año 1995 numerosas colegas optaron por una jubilación prematura propuesta por el estado provincial.

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Decreto 328/95

Que por el Pacto Federal para el Empleo, la Producción y el Crecimiento celebrado entre el Estado Nacional y los Estados Provinciales de fecha 12 de agosto de 1993, en su Punto 6 del Capítulo Segundo de la declaración, el Estado Nacional conviene en aceptar la transferencia de las Cajas de Jubilaciones Provinciales al SISTEMA INTEGRADO DE JUBILACIONES Y PENSIONES (SIJP).

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Como consecuencia de todas estas políticas, el  personaje que tomó relevancia en el funcionamiento diario de nuestro Colegio y del resto de la sociedad  fue el Contador Público Nacional. Se decía que eran el costo argentino; a partir de aquí nadie pudo funcionar sin uno de ellos o de ellas. Cambiaban los registros, las disposiciones y resoluciones, las exigencias contables, asuntos con los que nadie estaba familiarizado.

Las reuniones de FE.DE.P.U.CA. (Federación de Profesionales Universitarios de Catamarca) eran el ámbito de discusión y actualización de estas políticas y sus efectos  y se realizaban, sin excepción, en el Consejo Profesional de Ciencias Económicas. Asistíamos con nuestra representación a esas reuniones tratando de entender tantos cambios. Los Colegios profesionales pasamos a ser informantes de la DGI.

Un tema central a principio de los 90 era el proyecto oficial de reforma de las Obras Sociales, muy controvertido. Por supuesto, las empresas de medicina pre-paga adhirieron al proyecto oficial. El Colegio firmó contrato con la pre-paga OSDE.

Por toda esa necesidad de ordenamiento administrativo, en el 93 compramos la primera computadora y supimos lo que era entrar en esa revolución tecnológica.  Encenderla, saber ubicar el cursor, el  sistema operativo o manejar la impresora fueron enormes desafíos. Hoy parece increíble y lejano, pero tener delante un dispositivo que pensaba solo y rápido era algo que nos interpelaba y angustiaba.

El nuevo siglo

La historia más reciente y vigente en la memoria de los argentinos es la crisis política, económica y social que en el país puso todo patas para arriba en el año 2001, apenas iniciado el nuevo siglo.   

En Catamarca, donde la mayor parte de la población depende de la administración pública, la crisis se hizo sentir en forma atenuada si se la compara con lo sucedido en grandes centros urbanos; aun  así se conoció la rebaja en los salarios y las proto-monedas en los bolsillos. Carteras, más que virtuales, inexistentes.

La imprudencia, la impericia y la irresponsabilidad se encargaron de acercarnos a una tragedia humana evitable que fue el accidente de la cuesta del Totoral en septiembre de 2002, considerado el mayor siniestro vial en ómnibus de pasajeros de la Argentina, hasta ese momento. Tristísima experiencia que convocó por primera vez en nuestro medio a colegas que se desempeñaban en el área de la salud  y acción social  para la contención emocional de las víctimas.

En el sector de Emergencias del Hospital Interzonal San Juan Bautista, esta situación contribuyó a visibilizar la importancia y la necesidad de contar con un equipo de asistencia psicológica de urgencia.

Hubo otros sucesos encadenados en esos días. Se encendieron las alarmas a nivel comunitario por un problema que afectaba mayormente a la población de adolescentes y jóvenes: los suicidios e intentos de suicidios. Por esa razón, a fines de octubre se implementó una línea telefónica de ayuda al suicida  atendida temporalmente por Psicólogas del H.I.S.J.B. y se aprobó el proyecto de creación de las Guardias Psicológicas en ese hospital, las que posteriormente se ampliarían al Hospital Interzonal de Niños “Eva Perón” y a la Maternidad Provincial.

Aquellas fueron experiencias humanas y profesionales que conmovieron nuestra práctica clínica, nos impusieron desafíos y exigencias nuevas con respecto al abordaje de situaciones límite y también contribuyeron a legitimarnos como parte de un  dispositivo de atención de emergencia  junto a otros profesionales de la salud y de diferentes ramas de la medicina. Quedaron en el pasado gran parte de las viejas disputas que se basaban en el predominio del discurso médico y la sociedad catamarqueña aceptó e incorporó definitivamente a la Psicología como una práctica concreta realizada por profesionales específicamente capacitados. Se afianzaba ya el terreno donde germinaba la apertura de la Residencia de Psicología Clínica y Comunitaria y posteriormente la RISAM, en el Hospital Interzonal San Juan Bautista.

El terremoto del 7 de septiembre de 2004 (otra vez septiembre) fue otra catástrofe que, como marca de época, afectó a nuestra provincia y a nuestra profesión en este joven nuevo siglo.

Como para compensar, el año 2004, sin embargo, nos trajo una noticia extremadamente feliz: el Colegio tuvo casa propia. La historia de su adquisición nos llega a través del relato de quien presidía el Consejo Directivo en ese momento.

Fragmento de entrevista a la Lic. Carmen Martínez

Transcurría el año 2002 y ya el Colegio contaba con un ahorro importante y suficiente como para adquirir un inmueble. Empezamos a buscar la casa en un momento muy crítico porque el famoso corralito había inmovilizado los depósitos bancarios, los ahorros de los argentinos en general y por supuesto, el dinero del Colegio en particular. ¡Fueron momentos tremendos! Era imposible en ese momento sacar  ese dinero depositado en el Banco de la Nación. Los precios de los inmuebles ubicados en el centro se fueron a las nubes, y eso volvía casi imposible concretar el sueño de la sede propia… Y ya estábamos en medio de esa afanosa búsqueda que duró meses. Fue Nilda Aceñolaza quien hizo un descubrimiento, encontró una casa ubicada en la  Av. Mariano Moreno, pero había un problema: la casa se encontraba en juicio sucesorio. La casita era precaria, pero con un terreno hermoso, muy grande. Lo que nos entusiasmó y decidió fue la ubicación de la casita y las dimensiones del terreno que permitirían en el futuro su mejora y ampliación. 

Teníamos la casa, pero no disponíamos del dinero que seguía atrapado en el corralito. Se interpuso un amparo ante la Justicia Federal y afortunadamente salió favorable, se logró concretar la operación de contado y nos quedaba resto para encarar las refacciones. Increíble, después de tantas dificultades, todo salió bien.

¡Recuerdo tantas cosas! Habría múltiples anécdotas para relatar… éramos inexpertas y sin conocimiento en estas operaciones y sentíamos una enorme responsabilidad y temor a equivocarnos. La que más recuerdo: la escribana Álvarez Castro nos asesoró excelentemente e intervino en un momento decisivo de muchos nervios y mucha incertidumbre. Cuando un familiar de la propietaria, inesperadamente, se opuso a la venta, ella solucionó el conflicto. Hicimos una licitación, convocamos a empresas constructoras, varias se presentaron. Este se llevó a cabo en base a un proyecto realizado por una arquitecta que nos complació a todas. Finalmente, la inauguración de nuestra sede definitiva fue el 28 de mayo del 2004. De ese momento es la foto, hermoso recuerdo.

El logro de la casa propia, momento de gran felicidad y satisfacción. Mayo, 2004. E. Campos, C. Alvarez, G. Walter, M. Manzi, C. Martinez,N. Aceñolaza, M. Jofre, C. Robert, D. Biasoni, N. Urquiza, S. Pernasetti.

Comentario final

Esperamos, sinceramente, haber aportado trayendo del pasado hechos y vivencias que nos hicieron ser quienes somos y alimentar así ese sentimiento de identidad que nos  hace reconocernos como trabajadores y trabajadoras de la salud mental, comprometidos  con la época y sus vicisitudes.

Ojalá que esta memoria continúe a través del interés y la participación de otras y otros colegas sumándose a la tarea de recuperar y conservar las historias compartidas.

San Fernando del Valle de Catamarca, 13 de octubre de 2022

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